Sunday, February 20, 2011

Salida lucio jamonero en el embalse de Contreras

Mis quehaceres para con el Valencia Bass Club y mis quehaceres profesionales me han tenido apartado de este blog dejado de la mano de Dios durante casi un mes.

Esta salida luciera, que no existiría si no hubiera sido por la intervención divina de una báscula asiática de dudosa precisión, había sido anunciada a los cuatros vientos. Sin embargo, tras una calurosa acogida, los gélidos y lejanos vientos de Contreras junto con algunas dificultades técnicas habían mermado notoriamente las filas de los espartanos que a la batalla de Villargordo se enfrentaban.

The guardian me había propuesto quedar a las 7:00 (GMT+1) en Villargordo para tomar un café con leche de esos que mi sistema nervioso se tira toda la mañana digiriendo. Así que con el apoyo de mi compañero Miguel, declinamos su invitación con un "haced marcha".

Sí que me hubiera gustado almorzar con the Guardian y el niño Contreras, expertos conocedores de este embalse, con teorías inverosímiles sobre los movimientos migratorios del Esox Lucius en este embalse.

Miguel y yo llegamos a Contreras como señores, a las 10:00h. Como le dije a mi compañero en la anterior salida a Contreras, estamos en el mejor momento en el lugar adecuado, sólo es cuestión de pescar.

Siguiendo las teorías de un pescador de lucios de Castilla y León buscamos zonas orientadas al sur y protegidas de los vientos del Norte. Fuimos a los cortados que hay en la entrada de la récula del camping. Antes ya habíamos tanteados las puntas de enfrente de la rampa donde coincidimos con Paco y su hermano, nuevo socio del Valencia Bass. Llevaban uno.

La cuestión es que llegamos a los cortados, y como diría Jaime, "a la primera llança peix". Fue dejar caer el pikie de Storm por la pendiente y noto un golpe brutal que casi me quita la caña de las manos: "Miguel, me han picado". Levanto el señuelo del fondo, y aquel lucio repite para esta vez clavarse . Era el primer lucio de la mañana, la teoría llevada a la práctica, gracias Marcos. La pelea fue buena, pero no le dimos cuartel y poco después eramos tres a bordo.



Avanzamos un poco por esa orilla hacia fuera de la récula, y poco después Miguel me decía que llevaba uno. No había notado la picada. Si ya se lo tengo yo dicho, que eso de ir tanto al gimnasio hace que sea insensible, incluso a las picadas de lucio, algo parecido le pasa a Paco Arroyo con el bass. Por otro lado tenemos a Cisco, un chaval que es todo sentimiento, todo sensibilidad, que con su Saint Croix en mano nota la onda de presión de los alburnos al nadar cerca de su línea.

Dejando tonterías a parte, Miguel peleó con ese lucio durante un rato y al final lo subí al barco. Dió un peso de 3 kilos y pico, poco menos que el que había sacado yo antes. Pescariamos un rato más por esa zona saliendo de la récula, pero que si quieres.

Al final volvimos a las puntas de enfrente de la rampa para ver si sacabamos el gordo. Por allí, estaba los ZZ pescando una isla sumergida y algunos más que no conocimos. Habría 6 ó 7 barcos en el embalse. En una de esas puntas, Miguel clavó otro luciete. Si el anterior no lo notó, este que era más pequeño, me decía que era una rama. Miguel déjate el gimnasio! :-)



Por allí anduvimos y fuimos engañados por los ZZ que nos dijeron que llevaban un lucio de 2.5kg. Ya me veía yo con otro jamón, pero no las tenía yo todas conmigo. Fuimos volviendo para comer todos juntos y ver cual era el mejor lucio. Paco, la nueva incorporación al club nos sorprendió con un lucio de 5.4kg, pero los ZZ, flamantes campeones autonómicos tiraban de raza para marcarse un luciaco de 6.4kg. Mientras tanto, yo liberaba mi lucio por la puerta de detrás sin que se notara demasiado.

La comida fue lo mejor. Usando el remolque de Emilo como barra de bar incluyendo vasos de cubata que aparecieron de la nada, y algo de picar que a falta de cacaos y almendras, fueron pistachos y anacardos. La tertulia durante la sobremesa fue animada por el alcohol y las ganas de cachondeo. De allí salieron firmes propuestas de ubicaciones para la celebración de la cena de entrega de trofeos. Dichas propuestas apostaban seriamente por unos mejores estándares de cantidad y menos de delicadezas. Incluso una propuesta muy atractiva, que consideraba un entorno familiar y simplemente chuletas, sí, chuletas de cordero, ¿qué más necesita el hombre para ser feliz?

Había un inconveniente y una ventaja con estas propuestas, teníamos que pagar un autobús hasta el lugar de la cena, sin embargo la vuelta nos salía gratis. ¿Y cómo es eso?, porque la vuelta sería en ambulancia tras una ingestión excesiva de alimentos. Me reí mucho con este tema y con otros que allí salieron. Esto es lo mejor de la pesca.



Por la tarde, Miguel y yo nos dedicamos a navegar hasta la presa del Collado y volver sin ni una sola picada. Una ruina que diría Álex.

Así que visto lo visto, recogimos bártulos y nos fuimos a casa. Fue una lástima que no pudieran venir muchas de las personas que inicialmente tenían previsto venir. A la próxima más y mejor.