Sunday, June 21, 2009

A medio camino entre la pos-freza y el verano en Cortes

Aprovechando las altas temperaturas de los últimos días y las ganas de pescar de mis compañeros Miguel y Javi nos decidimos a disfrutar de un par de jornadas de pesca en la meca del Bass en la Comunidad Valencia, el embalse de Cortes.

Eran las 8:00 cuando llegamos a la rampa y ya estaba allí el incombustible abuelo de Cortes que pesca luciopercas, por suerte ahora totalmente desaparecidas. Salimos hacia la zona del Ral y empezamos pescando la zona que hay pasando el pesaje a la derecha. Probamos un rato con ikas en los árboles, pero nada de nada. Miguel se estaba poniendo nerviosito y nos pasamos a crankbait para hacer las puntas, pero nada de nada. Seguimos hasta la siguiente punta de esa orilla y probamos otra vez, pero no hubo suerte. Nos cambiamos a la récula que hay a la izquierda de la récula larga y seguimos un poco hasta el puntal del Ral, pero ni picada, o si sacamos alguno no era de talla. Así que nos fuimos a la récula de la casa.

Allí pescamos en la récula de la isla sumergida a diferentes profundidades con crankbait, con vinilo, pero nada, sólo saco uno pequeño mi compañero Miguel. La cosa estaba mal y había que cambiar de zona, pensé que buscar una zona diferente con más sombras podría ser interesante. Así que nos fuimos a la zona de la presa, pasando los cortados que hay enfrente de la cementera y entrando en la récula que hay a la derecha nada más acabar estos cortados.

En esta zona pescamos con vinilo un poco más profundo y aprovechando las zonas de sombra. Aquí vimos más actividad con peces que no eran de talla pero que pululaban por la sombra. Finalmente, en un árbol alejado de la orilla vimos uno puesto que era de talla, pero ya estabamos demasiado cerca. A partir de ese momento sacamos alguno, hasta que al final con un ika sacamos los dos primeros de talla, el mayor de ellos llegaba justo al kilo. Estaban muy difíciles o simplemente no estabamos pescando como debiamos, la cuestión es que sólo llevabamos 2 de talla hasta la nuestra hora de comer y eran las 5.

Así que hicimos una prueba más y nos fuimos a pescar la zona del río, empezamos a estar un poco desesperados. Las aguas en la zona del río estaban mucho más turbias, así que los peces no nos verían tan fácilmente, además un viento un tanto molesto empezaba a soplar. Empecé a pescar con ika hasta que mi compañero, amante de los crankbaits, lanza uno hacia un pequeño rincón a la sombra golpeado por las olas que levantaba el viento, pam, parón en seco del crankbait y tocho de 2kg saltando por el aire. Me preparo para sacarlo, pero el pez tiraba como una bestia parda y mi compañero lo acompañaba alrededor de la barca como podía. De repente, cuando el pez estaba a escasos 3 metros del barco, sale hacia arriba y me doy cuenta que el hilo hacia un bucle alrededor de la agalla de pez y ya no nos dió tiempo a ver más, el pez de soltó y Miguel se quedó con una cara que era para verlo. Se había escapado un buen pez, pero acababamos de descubrir la punta del iceberg.

Así que nos pusimos a pescar orillas orientadas al viento a la sombra, y así fuimos sacando alguno que otro de kilo y algo. En una de esas mi compañero lanza por delante de mí, de esos lances cruzados que tanto me gustan que me hagan a mí cuando pesco con vinilo, y en eso que patapam, otro tocho de 2 kilos que pega un bote en la lejanía, pero no vimos nada más, el pez se soltó y Miguel estaba a punto de ponerse a llorar. Era el segundo que perdía de los buenos buenos. Nos quedamos sin sombra en la orilla de la derecha y nos cambiamos a la otra. Ahora era mi turno, llegamos a la récula que hay tras una pared construida como un canal, y hago una lance lejano al final de una récula donde había unas ramitas que sobresalían, recojo un segundo y pam, parón en seco y ya tenía otro tocho de los buenos buenos en la otra parte de la línea, pero al igual que mi compañero no me dió tiempo a nada, saltó fuera del agua y se liberó del crankbait. Sí, era el tercer pez que estaría por los 2 kilos que perdiamos esa tarde.

Nos repusimos como pudimos y volvimos a cambiar de orilla, allí saco Miguelillo otro de kilo y medio, pero nada comparado con los tochos que habiamos perdidos. Hicimos algunos lances más, pero eran las 19:30 y la vida (sentimental) de mi compañero peligraba. Así que muy a nuestro pesar, tuvimos que salir de vuelta a todo lo que daba mi Johnson de 15 caballos.

Llegué a casa con el tiempo justo de limpiar la barca, meter en el congelador las botellas de agua y darme una ducha reconfortante. Cené rápidamente para poder dormir con los puños "pretos".

Sonó el despertador a las 6:00 como si fuera el día de la marmota y todo empezara de nuevo, preparé la barca y a las 6:30 llegaba puntualmente a la gasolinera mientras Javi aparcaba su "buga" y lo encadenaba. ¿Lo encadenaba?, sí, dejo que él lo explique.

Salimos para Cortes y las 7:30 ya estabamos en la rampa preparando la barca para botarla. En ese momento nos acordamos de lo que nos diría uno que yo me sé, si nos viera en mitad de la rampa cargando la barca tranquilamente, mientras el espera a echar la suya.

Con los antecedentes del día anterior nos fuimos hacia la zona del río pensando si lo del anterior día fue un hecho coyuntural debido a las condiciones meteorológicas, o es que los peces en la zona del río estaban mucho más activos. Subimos más arriba de donde acabamos el anterior día, y allí las aguas estaban más turbias, demasiado turbias. De hecho empezamos por la orilla de la izquierda con ika y crankbait, pero no tuvimos picada. Así que reaccionamos rápidamente y bajamos hacia la récula que hay después de la pared construida. A los pocos lances con mi crankbait, ¡pam!, noté uno clavado a la otra parte, era un bass de 1.3kg. A los pocos metros ya saliendo de la récula hacia abajo en un lance corto, ¡pam!, otro de kilo y pico. Los peces parecía que en la zona del río estaban más orillados y entraban bien a crankbait.

Paramos en la orilla a recoger fuerzas a la sombra de un árbol con los fesols màgics de mi madre en forma de cacaos y almendras me había puesto, mientras rememorabamos algunas anécdotas y frases míticas, para muestra un botón: "Pilar Rubio es una tía que no te la acabas".

Pescamos un poco más por esa zona, pero nada de nada. Nos fuimos hasta la primera récula que hay a la derecha cuando pasamos la isla y seguimos pescando hacia la otra gran récula de las piedras. Sacamos alguno hasta que un momento dado, Javi tiene una picada a su ika, clava y ya tenía a la otra parte un buen bass que estaría en sus 1.5kg tirando como una fiera. "Poco dura la alegría en la casa del pobre" y el pez se soltó quedándose Javi con una cara larga. En esa zona sacamos alguno pequeño, pero ninguno de talla. Bajamos a explosión hasta donde se cruzan la zona de la presa, con el río y el Ral, pescando el cortado de la orilla de la izquierda de la zona del río, pero no conseguimos sacar ninguno, sólo tuvo Javi una picada de uno que era de talla, pero no consiguió clavarlo.

Así que nos fuimos a la arboleda de la zona del Ral para pescarlo con ika, pero sólo conseguimos sacar un par de pequeños. Enseguida, viendo el panorama, nos fuimos a los primeros árboles de la izquierda cuando entramos en la zona de la presa yendo desde el Ral, y ya con un viento importante que había mermado significativamente mi batería. Probamos algunos árboles como buenamente pudimos acordándonos de la necesidad de utilizar unos inserts en estas condiciones tan ventosas.

Tras no tener ni picada remontamos a explosión la zona de la presa pasando las casas sumergidas (casas del pastor) unos 500 metros, para hacer el cortado empujados por el viento que ahora soplaría a favor. En esta zona no tuvimos ni una picada pescando con crankbait. No tendría que decir nada más de esta zona si no fuera por un hecho singular acaecido mientras pescabamos esta zona.

En un lance cualquiera entre un árbol y la pared del cortado se me engancha el hilo en una ramita que sobresalía de la pared. Me pongo cara al viento intentando desenganchar la línea de la dichosa ramita, y en lugar de desengancharse, no hace más que engancharse más. Estaba en la punta de la barca inclinado hacia delante peleándome con la ramita, cuando una ráfaga de viento nos empuja contra el árbol que estaba cerca del cortado, miro hacia delante para volver a intentar desenganchar la línea cuando un movimiento brusco de la barca hacia delante me lleva a perder el equilibrio y dar un paso imposible hacia delante. Me ví perdiendo el equilibrio y cayendo hacia delante por encima de la borda, no podía más que saltar al agua para evitar males mayores y no arrastrar a mi compañero a compartir mi misma suerte. Caigo de lado al agua llevando conmigo mi GLoomis serie crankbait y mi carrete Shimano 51MG (350 euros) en mi mano izquierda, y las gafas de vista progresiva (500 euros). En un acto reflejo mi mano izquierda hace presa sobre la caña, mientras mi mano derecha sujeta mis gafas al vuelo. Lo peor había pasado, pero Javi en estado de shock intentaba agarrarme, mientras yo ya no temiendo por mi vida le daba mis gafas levantando mi mano para que las pusiera a salvo. Javi entendió este gesto como que me ahogaba y me sujetaba la mano, mientras yo intentaba decirle entre ola y ola que quería que cogiera mis gafas. Una vez Javi asimiló que un hombre como yo que curte su cuerpo en las aguas de la piscina de la UPV lo que quería que cogiera era mis gafas y no mi mano, ya pude agarrarme a la barca y también darle mi caña, no sin antes decirle que no le diera al eléctrico, por su madre. Con todos mis enseres a salvo, nadé para desenganchar el crankbait de la dichosa ramita y luego nadé unos metros a una orilla desde la que podía subir a la barca. Estaba calado hasta las cejas (ver foto) y para goce de mi compañero me tuve que quedar en calzoncillos tendiendo la ropa por la barca.

Como estaba casi en cueros, nos tuvimos que ir a la orilla soleada de enfrente, unos 100 metros antes de la cementera de la zona de la presa. Allí pescamos con ika en los árboles y como si de una recompesa divina se tratara, lanzo mi ika a un árbol alejado de la orilla, y lo dejo caer durante unos segundos. No cayó más de 3 segundos cuando noto una picada clarísima, clavó como siempre, y saco al pez rápidamente del árbol, pero este no iba a salir así como así, este pez era bueno. Hice todo lo que pude, pero el pez intentaba refugiarse en el árbol del que había salido con una fuerza que hacía silbar el carrete, pude contener sus varias arrancadas hasta que se apaciguo y pude subirle rendido a la barca. Sí, era un hermoso bass de 2kg que rompía una mala racha de no sacar peces de 2kg que había empezado en noviembre del pasado año cuando saqué dos tabardas de Tous. Obviamente, había gastado toda mi suerte en aquella ocasión. Una vez rehechos de este buen pez pescamos un poco más esa orilla, pero sin resultado.

Así que nos fuimos dirección presa hasta la récula que hay cuando acaba el cortado donde me había caido. Allí en un árbol que estaba en la punta lanzamos Javi y yo nuestros sendos ikas, uno a la izquierda y otro a la derecha. Javi nota un picada, clava, pero se le engancha en el árbol. !Ay, este Javi, que no está para salir!, pero la caprichosa diosa fortuna quiso que ese pez se desenredara y Javi consiguiera sacarlo. Era un pez bueno, que si no acabara de pasar recientemente una pos-freza llegaría a los 1.8kg (al menos eso dijo Javi), pero sólo estaba en los 1.3kg. Bien, Javi había conseguido sacar uno decente y había salvado la honrilla del sufido co-angler. Seguimos por esa orilla sin sacar ningún pez más de talla.

Por último y como despedida de estas dos jornadas de pesca nos fuimos a la siguiente arboleda hacia la presa en la orilla de la derecha. Allí, mientras en los primeros lances le llenaba a Javi la cabeza de pájaros con los tochos que salían por ahí y que siempre eran peces buenos, Javi tiene una picada, lo clava, pero era una raspilla. Os podéis imaginar la cara de Javi mirándome como si mirará al mayor embustero del mundo. Así que para que tomara en serio tuve que sacarle uno de 1.6kg, unos pocos metros más adelante. De aquí nos fuimos hacia la presa con una visita rápida a una récula de camino, pero nada, era hora de irme porque tenía una cena que se convirtió en una salida nocturna que duró hasta las 5 a.m. (que dirían los americanos) y con "más sueño que un capazo de gatetes al lado de una estufa" me dejé caer sobre mi camastro para dar fin a 24 intensas horas desde que me desperté esa mañana.